Los grupos Iskali son ‘el principio de algo grande’ para los jóvenes católicos hispanos
Los participantes que asistieron al retiro Iskali el 28 de agosto en el Benedict Inn Retreat and Conference Center de Beech Grove. (Foto de Natalie Hoefer)
Por Natalie Hoefer
BEECH GROVE—Acercarse a los jóvenes católicos latinos es parte del trabajo de Saúl Llacsa como coordinador arquidiocesano del Ministerio Hispano.
Pero como joven adulto hispano que es, considera que este tipo de actividades son algo más que una responsabilidad laboral. Comprende a nivel personal la imperiosa necesidad de Dios y de la comunidad que sienten los jóvenes.
“Existen adicciones y problemas familiares” en este grupo demográfico, afirma Llacsa. “Hay cuestiones exclusivas de ellos con las que tienen que lidiar porque transitan por dos realidades: la cultura inglesa fuera de sus casas, y la cultura hispana dentro de ellas.
“Necesitan hablar de lo que ven, de lo que sienten, y necesitan una comunidad donde puedan reconocer quiénes son, qué papel juega Dios en sus vidas y cómo pueden encontrar a Dios en su realidad.”
Recientemente, Llacsa ha creado la oportunidad para estas comunidades en el centro y el sur de Indiana.
Trajo a la Arquidiócesis un ministerio con sede en Chicago llamado Iskali, una organización dedicada a reunir a jóvenes católicos adultos hispanos (solteros o casados) en pequeños grupos parroquiales donde pueden compartir sus experiencias, profundizar en las Escrituras y crecer juntos en el amor a Dios.
La presentación tuvo lugar del 26 al 28 de agosto. Ese fin de semana, casi 30 católicos hispanos, de entre
18 y 35 años, participaron en un retiro de Iskali en el Centro de Retiros
y Conferencias Benedict Inn, en Beech Grove.
“Llegaron nerviosos, sin saber lo que iban a vivir,” comenta Stephanie Barrera, de Iskali, quien coordinó el retiro. “El último día se transformaron por completo en una familia.”
‘Crecimiento, resurgimiento y un nuevo comienzo’
Hace doce años, un católico de 20 años miró a su alrededor y descubrió una carencia.
“Me di cuenta de que mucha de la gente que estaba en el grupo de jóvenes adultos de mi parroquia se había ido,” afirmó Vicente Del Real, fundador y director de Iskali. “No tenían ningún compromiso con la Iglesia. Quise cambiar eso.”
Así que en 2010 creó Iskali, una organización sin fines de lucro dedicada a evangelizar a los jóvenes adultos hispanos en aquellos lugares “donde la mayoría siente que no pertenece a la Iglesia y que no existe un ministerio dirigido a ellos,” explica la web de la organización.
El sitio web señala que Iskali es una palabra azteca “que se traduce como crecimiento, resurgimiento y nuevo comienzo.” “Con este nombre, queremos captar la esencia de nuestra misión de renovar el espíritu de los jóvenes, así como evocar el orgullo de nuestro rico patrimonio cultural.”
“También esperamos poder transmitir a esta generación que Dios les ama, que son importantes, que son amados y que hay esperanza,” señala Del Real. “En tiempos difíciles, siempre hay esperanza.
“El primer paso es que tengan un encuentro personal con Dios, con Jesús. Ese es el objetivo de este retiro.”
‘Fue algo muy poderoso’
Durante el retiro, las representaciones de los problemas y desafíos de la vida real a los que se enfrentan los jóvenes hispanos sirven como oportunidad para que reflexionen sobre sus propias experiencias y para que traigan a Dios al escenario.
“Fue una experiencia muy intensa, muy sagrada, muy profunda,” afirmó Jennifer Garza, participante de 21 años proveniente de la Parroquia de San Antonio en Indianápolis. “Muy espiritual en el sentido de que uno ni siquiera sabe que tiene estos sentimientos, que incluso podría necesitar sanar en este tipo de lugares y aspectos.”
Chris Pérez, de 24 años, asistió a su primer retiro de Iskali en Chicago a principios de verano, por lo que sabía qué esperar.
“Los temas que abordan en verdad pueden abofetearte,” comenta este feligrés de la Parroquia de San Lorenzo en Indianápolis. “Muchos de mis otros amigos vivieron eso en este retiro. Veo que toda esta experiencia fue algo muy poderoso.”
El retiro ofreció varias oportunidades de oración para que los participantes “encontraran a Dios en su realidad.”
“Tuvimos mucho tiempo de adoración,” afirma Garza. “Esa fue mi parte favorita [del retiro], tener ese tiempo a solas con Jesús. Como estudiante universitario, realmente no tengo mucho tiempo a solas con Jesús porque estoy estudiando y trabajando.”
El retiro surtió un impacto en Aurora Carlos, de 22 años, en muchos niveles.
“He atravesado momentos en los que he dudado de mi fe y he tenido muchos altibajos, sobre todo en una sociedad de valores tan diferentes,” dice Carlos, que también proviene de la Parroquia de San Antonio. “Ir a la universidad y pasar por todos estos desafíos y tentaciones, ha sido una verdadera prueba para mi fe.
“Y hubo muchos momentos, mientras atravesaba estos obstáculos y pruebas, en los que me sentí muy sola.”
Pero Carlos dice que el retiro de Iskali “definitivamente fortaleció mi fe y reconstruyó esa relación con Dios que tanto necesitaba y deseaba. Aprendimos que la Iglesia católica se fundamenta en la comunidad. Este retiro me hizo ver que no estoy sola.”
‘El comienzo de algo grande’
Ni tampoco estará sola en el futuro.
“Después del retiro, la esperanza es que [los participantes] vuelvan a su parroquia y formen pequeñas comunidades” de no más de 15 integrantes cada una, explica Del Real.
Llacsa señala que pueden existir varias comunidades en una parroquia si hay más de 15 personas interesadas.
Los grupos se reúnen semanalmente para leer y analizar las Escrituras, compartir sus encuentros con Dios y animarse mutuamente en su fe.
“La pequeña comunidad es un lugar donde pueden compartir la aceptación y la amistad auténticas, y también un lugar donde pueden compartir la buena noticia, la alegría del Evangelio,” explica Del Real. “Es un lugar en el que cada semana pueden compartir enseñanzas, caminar juntos, apoyarse mutuamente y, con suerte, llegar a un punto en el que puedan ayudar a otras parroquias a formar grupos Iskali.”
Las comunidades Iskali “no compiten con las parroquias,” señala Llacsa.
“El papel del Ministerio Hispano [arquidiocesano] es proporcionar herramientas para ayudar a las parroquias a prosperar en su ministerio.
“Trajimos a Iskali como una forma de que las parroquias acogieran a los jóvenes adultos hispanos, se conectaran y trabajaran con ellos. El objetivo es que los grupos Iskali vivan su fe involucrándose más en su parroquia.”
Tras el retiro de agosto, se fundaron comunidades Iskali en San Antonio y San Lorenzo, así como en la parroquia de Santa Mónica de Indianápolis.
Llacsa puso al grupo de San Antonio como ejemplo de cómo podría funcionar una comunidad Iskali.
“Se reúnen semanalmente, y las dos primeras reuniones son de formación,” explica. “La semana siguiente la utilizan para alguna actividad social, como salir a cenar. La cuarta semana abren la sesión para que la gente de la comunidad parroquial conozca lo que hacen y cómo trabajan.”
Cada comunidad puede desarrollar su propio formato semanal, “pero con el mismo espíritu de formarse como seres humanos e hijos de Dios,” añade Llacsa.
Calcula que el grupo de San Lorenzo tiene entre 10 y 12 participantes,
San Antonio tiene siete y Santa Mónica
casi 10.
Si estas y otras nuevas comunidades crecen y prosperan, se ofrecerán más retiros en la Arquidiócesis: “al menos uno al año,” afirma, y señala que Iskali ofrece otros retiros sobre temas como el discipulado y la misión.
“Creo que es el comienzo de algo grande para la Arquidiócesis,” comenta Llacsa. “Es una nueva oportunidad para que los jóvenes adultos hispanos participen en la vida de la Iglesia.”
(Para obtener más información sobre las comunidades Iskali, póngase en contacto con Saúl Llacsa en el 347-997-2474 o Chris Peres en el 317-728-8931 o chrisp14193@gmail.com. Para obtener más información sobre Iskali, visite www.iskali.org.) †