El rostro de la misericordia / Daniel Conway
La Iglesia no debe ‘escatimar esfuerzos’ para combatir el mal del abuso sexual
El abuso sexual es la obra del demonio, según lo expresó el papa Francisco al final de la reunión de obispos de todo el mundo celebrada en el Vaticano en febrero. Y el personal de la Iglesia que participa en estas actividades o las encubre, se convierte “en instrumento de satanás.”
El Santo Padre prosiguió diciendo que no había ninguna explicación o excusa que justificara el abuso a los menores y a otros seres humanos vulnerables. Por ello es importante “reconocer humildemente” que la Iglesia “se enfrenta cara a cara al misterio del mal.” Aunque se tratara de un solo caso, una sola instancia de nefasta atrocidad, se debe “afrontar con la máxima seriedad” señaló el papa.
“Teatro de la violencia no es solo el ambiente doméstico, sino también el barrio, la escuela, el deporte y también, por desgracia, el eclesial,” expresó el Santo Padre. “La universalidad de esta plaga” y el mal que acarrea “no disminuye su monstruosidad dentro de la Iglesia.” En realidad resulta incluso más escandaloso, según señaló el papa, puesto que es incompatible con la credibilidad moral y ética de la Iglesia.
El papa Francisco pronunció estas declaraciones al final de una reunión sin precedentes de los presidentes de las conferencias de obispos, jefes de las Iglesias Católicas Orientales, superiores de órdenes religiosas de hombres y mujeres, y oficiales de la curia romana. Tal como se había predicho, las observaciones del papa no fueron bien recibidas por todos. Algunos consideraron que había hablado mucho acerca de la “presión de los medios de comunicación” y las “prácticas periodísticas que explotan la tragedia.” Otros argumentaron que el papa no hizo lo suficiente a la hora de censurar el papel de la Iglesia en el problema universal del abuso sexual.
Aunque el Vaticano había advertido a los observadores que al final de la reunión de una semana de duración no se anunciarían acciones definitivas, el papa Francisco enumeró ocho “prácticas adecuadas” para afrontar “las causas y las consecuencias de estos graves delitos.” Conforme a la designación del abuso sexual como un problema universal, según lo indicó el papa, las prácticas adecuadas que enumeró se basan en las directrices publicadas por la Organización Mundial de la Salud, así como también la labor realizada por la Comisión Pontificia para la Protección de los Menores y las reflexiones presentadas por los 190 obispos que participaron en la reunión de presidentes de conferencias.
¿Cuáles son estas prácticas adecuadas?
Según las resumió Courtney Grogan en su artículo para Catholic News Agency, estas son:
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Un “cambio de mentalidad” para concentrarse en la protección de los menores y no en la “protección de la institución.”
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Reconocimiento de la “seriedad impecable” de estos “pecados y crímenes de las personas consagradas.”
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Una purificación genuina que comience con “acusarnos a nosotros mismos.”
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Formación positiva de los candidatos al sacerdocio en la virtud de la castidad.
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Fortalecimiento y repaso de las directrices en el contexto de las conferencias episcopales para reafirmar la necesidad de que existan “normas.”
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Acompañar a aquellos que han sido víctimas de abuso con énfasis en el escuchar.
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Cerciorarse de que los seminaristas y el clero no caigan en la esclavitud de la adicción a la pornografía.
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Combatir el turismo sexual en todo el mundo.
Según apuntó el papa Francisco, el objetivo principal de cada medida debe ser proteger a los menores contra cualquier forma de abuso psicológico y físico. Para lograr esto “es necesario cambiar la mentalidad para combatir la actitud defensiva-reaccionaria de salvaguardar la Institución, en beneficio de una búsqueda sincera y decisiva del bien de la comunidad, dando prioridad a las víctimas de los abusos en todos los sentidos.”
El Santo Padre también dijo que la Iglesia Católica no “escatimará esfuerzos” para que se haga justicia para aquellos que han sido lastimados, jamás se quedará callada ni dejará de tratar cada caso con la seriedad que se merece.
Por último, más allá de prevenir el abuso, el papa Francisco dijo que la Iglesia necesita un “un renovado y perenne empeño hacia la santidad en los pastores,” cuestionando constantemente la mejor forma para proteger a los menores, evitar estos delitos y brindar sanación a los sobrevivientes y las víctimas.
El abuso sexual es un problema universal “monstruoso” que resulta “incompatible con la credibilidad moral y ética de la Iglesia” pero precisamente porque se trata de una obra del demonio se necesitan medios más que “naturales” para combatirla. La santidad, la renovación espiritual y el poder de la oración son indispensables para confrontar la esencia del mal.
Las medidas prácticas son importantes e indispensables para combatir el problema universal del abuso sexual, especialmente en la Iglesia. Pero estar abiertos al poder de la gracia de Dios es incluso más importante. Es por ello que un elemento clave de la respuesta de la Iglesia a este mal de proporciones incalculables debe ser la formación constante sacerdotes y obispos santos que estén completamente dedicados a llevar vidas castas y a servir al pueblo de Dios con humildad e integridad moral.
Recemos por el papa Francisco y por todos los obispos del mundo para que el poder de la gracia de Dios los llene con santo fervor y el compromiso de hacer lo que sea necesario para proteger a nuestros menores y sanar las heridas ocasionadas por el grave pecado del abuso sexual del clero y su encubrimiento.
(Daniel Conway es integrante del comité editorial de The Criterion.) †